Nosotros tardamos 3 horas en hacer todo el recorrido en tuk-tuk, durante el cual vimos un total de 8 ruinas. Pensamos que nos mereció la pena haberlo hecho de este modo. También pensamos que madrugar ayuda mucho para ver las ruinas sin nadie, antes de que lleguen las hordas de turistas y de que el calor empiece a apretar. Tener las ruinas del Wat Phra Si Sanphet prácticamente para nosotros fue algo impagable!
La guardería de las ballenas grises
Cuando llegamos al estado de Baja California Sur, oímos hablar mucho de unas lagunas al norte del estado, muy especiales porque al parecer son de los únicos lugares del planeta donde las ballenas grises (Eschrichtius robustus) van a tener a sus crías. Después de haber ido ya varias veces, tanto en coche, como en furgoneta o incluso en avioneta, estamos seguros de que debería ser una parada obligatoria para todo amante de la naturaleza, y en especial, para todo aquel apasionado por las ballenas.
Y es que la bahía de Magdalena, junto con las lagunas de San Ignacio y la laguna Ojo de Liebre, situadas más al norte, son efectivamente el único lugar del mundo donde se puede ver a las mamás de ballena gris con sus recién nacidos, especie que hasta hace unos pocos años estaba catalogada como en peligro crítico de extinción debido a la caza exhaustiva. Hoy en día, sin embargo, la población de esta especie de ballena se encuentra estable, con unos 22.000 ejemplares. Eso sí, hablamos de la población del Pacífico oriental (desde Alaska hasta Baja California Sur), puesto que en el Pacífico occidental (desde Siberia hasta Korea del Sur) sólo quedan unas 130 ballenas mientras que en el Atlántico se considera teóricamente extinta desde hace unos 300 años, pese a que se avistó una ballena gris en el Mediterráneo en 2010 y otra en las costas de Namibia en 2013.
Viendo el estado de las poblaciones de esta ballena alrededor del mundo, no extraña que estas lagunas sean un sitio tan especial. Nosotros sólo hemos podido visitar bahía Magdalena, una pequeña bahía situada en la costa occidental del estado de Baja California Sur, separada del océano Pacífico por unas islas arenosas. Debido a esta particular orografía, estas aguas son especialmente tranquilas, sin depredadores, poco profundas y ligeramente más saladas que las del océano abierto, condiciones ideales para la supervivencia de los ballenatos.
Así, después de pasar el verano alimentándose en aguas frías en el Pacífico Norte (en aguas del mar de Bering y el mar de Beaufort) las ballenas grises inician una larga travesía de unas 10.000-12.000 millas hacia el sur, para llegar a las tranquilas aguas de estas lagunas al sur de México, donde pasaran el invierno dando a luz y criando a sus ballenatos.
Esta larga migración anual es posiblemente las más larga de entre todos los mamíferos, necesitando unas 6-8 semanas para llegar a destino y cubriendo una media de unas 75 millas por día.
El periodo de gestación de una ballena gris es de alrededor de unos 13 meses, dando a luz a un sólo ballenato ya bastante grande, de hasta unos 4 metros y 1 tonelada. Durante todo el invierno va estar dependiendo de la madre, mamando la máxima cantidad de leche posible para engordar rápidamente y así, de este modo, sobrevivir a su primera travesía hacia el norte y no morir en aguas más frías. De hecho, un alto porcentaje de esta leche es pura grasa, aproximadamente un 53%, mientras que humanos es sólo el 2%. Normalmente la cría se desteta al cabo de unos 7 meses, aunque permanecerá con su madre por lo general unos 2 o 3 años más, gozando así de protección frente a depredadores.
Estas lagunas son mundialmente famosas por el carácter amistoso de las ballenas y sus crías. De hecho, resulta relativamente fácil ver a una mamá y a su cría curioseando el barco de turistas, puede que para rascarse contra el barco y así librarse de molestos parásitos que tienen en la piel o que simplemente forme parte del apredizaje de la cría. De una manera u otra esta es una experiencia que no deja indiferente a nadie.
Fuimos a visitar este mágico lugar con altas expectativas y esta vez tenemos que decir que la experiencia no fue para nada decepcionante. Es más, sin duda fue una de las mejores que nunca hemos tenido. Han sido varias las veces que hemos ido, aunque la más especial fue la primera, cuando fuimos con nuestros amigos Raquel y Lluís. Pudimos ver muchísimas ballenas, y nos sorprendió sobremanera el ver como se acercaban a los barcos llenas de curiosidad. Las crías parecían literalmente cachorritos juguetones, nadando cerca y por debajo de los barcos e incluso rascándose contra los barcos, mientras sus mamás permanecían cerca controlándolas. A veces se podía ver a la madre nadando lentamente por debajo de su cría para ayudarla a que saliera a la superficie a respirar; o incluso a la madre empujando a la cría para acercarse a los barcos… un espectáculo mágico!
A pesar de ser mundialmente conocidas, las lagunas gozan de un tipo de turismo sostenible. Los pescadores locales son los encargados de gestionar el avistamiento de ballenas, así el dinero recaudado revierte directamente en la comunidad. Este lugar está protegido por el gobierno mexicano, siendo este país la clave en el éxito de la recuperación de esta emblemática especie y así deseamos que continue. Todo un ejemplo de que si se quiere, se puede.
La isla de los lobos
Una de las cosas marcadas como pendientes por ver durante nuestra estancia en Baja California Sur ha sido la Isla Espíritu Santo. Esta isla deshabitada, situada al norte de la capital del estado La Paz está protegida junto con Isla Partida como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, además de formar parte del Área de Protección de Flora y Fauna – Islas del Golfo de California (APFF-IGC). Es un importante destino ecoturístico de la zona, y es que estando localizada en el Mar de Cortés, uno de los mares más bonitos y biodiversos del mundo, todo amante de la naturaleza debería ir.
Salimos de La Paz temprano por la mañana y nos dirigimos en barco de camino a la isla, parando en los puntos más importantes de la zona, como la preciosa playa Balandra o el famosos hongo de La Paz. El día empezó a lo «freaky», pues nos pusimos bien contentos al ver, por primera vez aquí, una colonia de piqueros de patas azules (Sula nebouxii).
También paramos en la conocida playa Tecolote, con vistas a la isla y donde recogimos la comida incluida en el tour: un rico ceviche de pescado y marlin asado.
Nos dirigimos entonces hacia la isla, parando en los lugares más destacados de la misma, como el Pailebote, la cueva de las dos ventanas o la máscara de calavera. Por el camino nos encontramos a unos buenos conocidos, un grupo de delfines comunes (Delphinus delphis) y tres ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) que nos recordaron que ni en nuestro día libre podemos estar sin ver cetáceos.
Y por fin llegamos a los Islotes, donde se encuentra una colonia enorme de unos 500 lobos californianos (Zalophus californianus). En estos islotes está permitido bañarse con ellos, siempre que se les respete, puesto que hay ciertas zonas donde está prohibido acercarse. De por sí son animales curiosos, pero los grandes machos son territoriales y la verdad es que imponen cuando los ves de cerca. Se distinguen de las hembras por su mayor tamaño además de por desarrollar una cresta sagital en la frente más clarita.
Os adjuntamos un video grabado de los mejores momentos de esta emocionante natación con lobos marinos californianos.
Después de esta experiencia, paramos en una de las múltiples playas de la isla para comer y ya volvimos para La Paz. ¡Un día largo pero inolvidable!
Una buena mezcla
La más oriental de las islas Canarias es una isla que no deja indiferente a nadie. A pesar de su relativo pequeño tamaño (845 km2), Lanzarote tiene mucho que ofrecer. Debido a su proximidad con África (sólo a 130km de distancia), se encuentra notablemente influenciada por los vientos alisios y por la calima procedente del Sáhara, lo que le confiere un clima especialmente árido.
Así, esta isla presenta una particular belleza, fruto de la mezcla de paisajes áridos, erupciones volcánicas y de un turismo sostenible fomentando y promoviendo los valores culturales y geológicos propios de la isla. Así, para el que busque la mezcla perfecta entre naturaleza y turismo, Lanzarote puede ser el destino ideal.
El patrimonio natural de esta isla es enorme, aunque por encima de todo destaca el Parque Nacional de Timanfaya, el cual concentra el área de mayor interés geológico y paisajístico de la isla. Es una zona densamente poblada de volcanes, como el Monumento Natural de las Montañas del Fuego. Esta zona es fruto de las fuertes erupciones acaecidas entre 1730 y 1736 y con posterioridad en 1824, por lo que actualmente se encuentra en los primeros estados de recolonización biológica. Es por tanto una zona ideal para el estudio de los sucesos de colonización y sucesión ecológica.
Dichas erupciones provocaron que buena parte de la población se viera obligada a emigrar, puesto que numerosos pueblos quedaron cubiertos por lava y cenizas. A partir de ese momento, parte del área se fue transformando progresivamente, convirtiendo un paisaje aparentemente estéril en una zona apta para el cultivo, especialmente de la vid, gracias a las técnicas agrícolas que permitían captar la humedad de los vientos alisios.
A nosotros en cierto modo nos recordó al paisaje típico de la isla de Pico, aunque debido a la época del año en que visitamos Lanzarote, todavía no se podían ver los viñedos.
En la actualidad, con casi 1’5 millones anuales de visitantes, el Parque se ha convertido en toda una atracción turística, con «espectáculos» como las fumarolas, la quema de arbustos en hoyos naturales, el recorrido en autobús o el típico paseo en camello.
Además de haber sido declarada como Parque Nacional (1974), la zona de Timanfaya ha sido calificada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera (1993), así como también se la ha catalogado como zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), dada la singularidad y la riqueza de especies que en él se encuentran. Entre las aves más importantes que allí se pueden encontrar están el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), el alimoche (Neophron percnopterus) o la águila pescadora (Pandion haliaetus), entre muchas otras.
Lindando con este parque, encontramos el Parque Natural de Los Volcanes, dentro del cual se encuentra el Charco Verde o Lago de los Clicos, una laguna conectada al mar por grietas subterráneas que presenta una fuerte tonalidad verdosa fruto de la gran cantidad de fitoplancton que allí se encuentra.
Otra de las atracciones importantes de la isla es la famosa Cueva de los Verdes, un enorme tubo lávico de 7km de largo formado hace 5000 años por la erupción del volcán Corona, en la parte norte de la isla. Su nombre deriva de la antigua familia propietaria de la cueva, la familia Verde. Su interior ha sido adaptado con iluminación y accesos para el turismo, e incluso presenta una sala auditorio para conciertos bajo tierra.
Siguiendo el mismo tubo volcánico hacia la costa, encontramos los Jameos del Agua, una especie de cueva natural con apenas intervención humana, donde se refleja la armonía entre la naturaleza y la creación artística de César Manrique (del cual hablaremos más adelante en otra entrada). Se trata de un lugar mágico y muy especial, algo diferente. Desde el punto de vista ecológico, estos jameos son muy importantes, puesto que en sus aguas se encuentra una especie de pequeño cangrejo (Munidopsis polymorpha), el cual es ciego y endémico de este tipo de lugares de la isla de Lanzarote, por lo que se le considera en grave peligro de extinción. Son muy sensibles a la luz, al ruido, a la salinidad y a los cambios en la composición del agua, por lo que la tradición de tirar monedas al agua ha sido prohibida. Por ello ha sido declarado como uno de los símbolos de la isla.
A pesar de que Lanzarote no es una isla que destaque precisamente por playas, merece la pena una visita (y unos chapuzones también) la Playa Papagayo y sus alrededores, además de Playa Famara, aunque esta última es más famosa por el surf y por sus fuertes corrientes.
Hay todavía más puntos de visita casi obligada, como los pueblos de Yaiza, Teguise, El Golfo o Arrieta, la zona de El Charco en Arrecife, o el Jardín del Cactus, el Mirador del Río, entre muchas otras cosas.
Pero Lanzarote no se puede entender sin la labor de César Manrique. Pintor, escultor, arquitecto y artista majonero (natural de Lanzarote) que ayudó a salvar a la isla del turismo de masas que ha acabado con el patrimonio natural de tantos lugares en nuestro país.
Primer contacto con Nicaragua
Viajando por Costa Rica, poco a poco nos fue entrando el gusanillo de visitar, aunque fuera por unos días, a su vecina Nicaragua. Habíamos oído hablar de San Juan del Sur, una pequeña localidad pesquera en el suroeste de Nicaragua, así que sólo cruzar por el paso fronterizo de Peñas Blancas, nos dirigimos hacia este paraíso de surfistas y de playas espectaculares
Del caótico paso de Peñas Blancas cabe destacar la diferencia que sentimos al cruzar de un país al otro: del orden y la organización del país de los ticos, al aparente caos y descontrol del país de los nicas. Y es que Nicaragua es el segundo país más pobre de todo el Hemisferio Norte (por detrás de Haití), y eso se notó sólo cruzar. Aun así, Nicaragua nos pareció un país precioso, dónde nos recibieron con los brazos abiertos y dónde esperamos volver algún día para disfrutar de todo lo que tiene que ofrecer.
Llegamos a San Juan del Sur y nos sorprendió, porque el pequeño pueblo se ha convertido en una especie de campamento para surfistas que parece que todo mochilero (especialmente norteamericano) deba visitar, además de ser un destino para los ricos de la capital Managua. Nos dio la sensación de que aunque se dice que todavía es un paraíso por descubrir, poco queda ya que no haya sido afectado por el turismo de masas. De hecho, esta localidad costera fue un destino muy importante para los norteamericanos en sus rutas por Centro América durante muchos años.
Aun así disfrutamos de relax en la playa, paseamos por el pueblo, aprovechamos para ir a la lavandería (que a esas alturas ya hacía falta) y sobretodo descansamos y recuperamos fuerzas para continuar con nuestro viaje.
Quizás porque ya habíamos tenido mucha playa en Costa Rica; o quizás debido a las altas expectativas que teníamos; o seguramente también porque teníamos muchas ganas de ver algo diferente y visitar todo lo que nos habían contado de Nicaragua, pero el hecho es que no nos quedamos mucho en San Juan del Sur ni visitamos sus playas cercanas (aparentemente preciosas), aunque sí que disfrutamos de una puesta de sol preciosa e inolvidable…
Amazon Rainforest Wildlife Documentary – «An Untamed Wilderness»
La mejor manera de entender y ver lo que vivimos durante nuestra estancia en Explorer’s Inn de la Reserva Nacional Tambopata, en el sureste amazónico del Perú, es ver este espectacular video grabado y editado en su totalidad por nuestro compañero RN Tristan Thompson.
Trata sobre algunas de las especies más raras y amenazadas de esta amplia e inexplorada area del sureste peruano, haciéndonos vivir en primera persona el día a día en la selva amazónica.
Un gran potencial ecoturístico
Durante nuestro viaje por Costa Rica, decidimos acercarnos al país que une el Atlántico con el Pacífico: la República de Panamá. Por falta de tiempo, nos limitamos a visitar el oeste del país, es decir, toda la franja que hace frontera con Costa Rica.
En los poquitos días que pasamos allí, nuestra impresión fue que pese a que no está ni mucho menos tan protegido y cuidado como su país vecino, sí que es un país con mucho potencial ecoturístico, con multitud de selvas, playas de ensueño y parques naturales.
Cruzamos a Panamá por la parte caribeña, cruzando el río Sixaola, el cual hace las veces de frontera, siendo éste uno de los puestos fronterizos más relajados de Costa Rica. Desde allí nos dirigimos hacia la Finca 63, punto de partida hacia las islas del paradisíaco archipiélago de Bocas del Toro y desde donde en ferry llegamos a la ciudad de Bocas del Toro, capital de la principal isla, la Isla Colón.
Este pintoresco archipiélago de islas selváticas está formado por islas de todos los tamaños, pequeños cayos y manglares, alrededor de las cuales se encuentran numerosas especies de peces, aves, tortugas o ranas, entre otras. Estas especies, algunas en peligro de extinción, coexisten con los restos del reality show estadounidense Supervivientes y con hordas de turistas, mayormente jóvenes, que se acercan a estas islas en busca de playas, fiesta y diversión.
Sólo acercarnos ya nos dimos cuenta que estas islas eran algo completamente diferente de lo que habíamos visto hasta el momento. Casitas de madera, de colores, construidas literalmente encima del mar, y que aunque un poco turístico (demasiado para nuestro gusto), el simple hecho de estar rodeado de aguas cristalinas, hizo que haber ido hasta allí hubiera valido la pena. Hay pocos lugares que mantengan esta particular atmósfera, primitiva, turística y atrayente al mismo tiempo.
Fue aquí en Bocas del Toro donde nos dimos un homenaje comiendo la típica langosta de la zona y donde incluso salimos de fiesta en una discoteca flotante. No es que lleváramos ese plan, pero nos dejamos influenciar por el ambiente festivo. La verdad es que Isla Colón nos recordó un poco a la isla de Ibiza, pero al estilo caribeño.
Es por ello que decidimos huir de la multitud y visitar otras islas menos turísticas, ya que como hemos dicho, parecía que Isla Colón era la única que muchos turistas visitaban. Así que, aprovechando un ferry turístico (que incluía avistamiento de delfines, snorkeling y visita a una paradisíaca playa) llegamos a la Isla Bastimentos.
Esta playa paradisíaca, Red Frog Beach, recibe este nombre porque en ella se encuentra la rana flecha roja y azul (Oophaga pumilio), la cual es venenosa y se encuentra por toda la vertiente caribeña desde Nicaragua hasta el mismo archipiélago de Bocas del Toro. Aquí, los niños locales aprovechan el tirón turístico para enseñar la ranita a los curiosos turistas.
El ambiente en Bastimentos era mucho más agradable y auténtico. La población de la isla es mayormente afro-antillana, lo que la hace diferente al resto, con una atmósfera muy característica. Los precios también eran mucho más económicos, por lo que pudimos encontrar alojamiento de lujo por un módico precio (¡cabañita en un palafito por 8 dólares la pareja!).
Antes de volver a Costa Rica decidimos pasar un par de días en la localidad de Boquete, un pequeño pueblo situado a 1200 metros de altitud, rodeado de altas montañas, cerca del Parque Natural La Amistad (el cual es compartido por Costa Rica y por Panamá), y lugar típico para realizar todo tipo de actividades de montaña.
Fue nuestra última parada en Panamá, antes de volver a Costa Rica por la frontera suroeste de Paso Canoas, la cual por cierto nos pareció muy caótica comparada con la de Sixaola.
Nos fuimos con la sensación de que nos quedaba un gran país por descubrir con un gran potencial ecoturístico y con muchísima biodiversidad.
Uns estranhos e simpáticos loucos
Uma baleiaaaaaaa!!!
Para acabar, al menos de momento, con nuestra aventura en la isla de Pico con todo tipo de cetáceos, en esta entrada vamos a intentar introduciros un poco en este grupo de gigantes marinos.
Los cetáceos son un orden de mamíferos placentarios que viven exclusivamente en ambientes acuáticos, compuesto por unas 80 especies y que abarca a delfines, ballenas, cachalotes y marsopas, entre otros. Como mamíferos, presentan las típicas características que los definen como tales, es decir, que poseen glándulas mamarias y pelo, presentan reproducción vivípara y son homeotermos (o endotermos, manteniendo siempre su temperatura corporal constante, independientemente de las condiciones ambientales). Las islas Azores son un lugar muy especial para la observación de estos animales, puesto que aquí se pueden ver hasta 25 especies diferentes.
Se diferencian dos subórdenes principales: los Mysticeti (o cetáceos con barbas, situados en la parte izquierda del dibujo) y los Odontoceti (cetáceos con dientes, situados en la parte derecha del mismo). La principal diferencia es, por tanto, la presencia o no de dientes, la cual determinará su modo de alimentación. Mientras que los odontocetos se alimentan activamente (son animales cazadores, desde peces a cefalópodos e incluso otros cetáceos), los misticetos se alimentan pasivamente, puesto que utilizan sus finas barbas para filtrar el agua del mar y obtener así alimento (consistente principalmente en pláncton, aunque también en pequeños peces e invertebrados). Estas barbas se encuentran situadas en la boca en grandes cantidades y gracias a su particular estructura en forma de lámina queratinosa permiten filtrar el agua contenida en la cavidad bucal, con lo que cuando el animal expulsa el agua de su boca, el alimento queda retenido en estas barbas.
Los Misticeti incluyen a lo que se conoce coloquialmente como ballena. Generalmente son animales grandes, las hembras siempre mayores que los machos y que además presentan dos espiráculos u orificios nasales por donde respiran al salir a la superfície. En todo el mundo, existen 14 especies de misticetos, aunque en las Azores podemos encontrar 6 especies: la ballena azul (Balaenoptera musculus), la ballena común (Balaenoptera physalus), el rorcual norteño (Balaenoptera borealis), el rorcual tropical o de Bryde (Balaenoptera edeni) y ya más raramente el rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata) o la ballena jorobada o yubarta (Megaptera novaeangliae). La mayor parte aparecen en aguas azorianas entre los meses de enero-febrero y hasta el principio del verano, aunque con excepciones.
Ballena azul (Balaenoptera musculus)
Rorcual común (Balaenoptera physalus)
Rorcual norteño (Balaenoptera borealis)
Rorcual tropical (Balaenoptera edeni) (Foto tomada por Rui Romano)
Los odontocetos, por otro lado, son en general bastante más pequeños que los misticetos, y cuando hay dimorfismo sexual evidente, es el macho el que es mayor que la hembra. Además, a diferencia de los Mysticeti, presentan tan solo un espiráculo u orificio nasal por el que respirar. Una característica definitoria de este suborden es la ecolocalización, es decir, la localización de presas o de depredadores mediante la emisión de sonidos.
En todo el mundo existen unas 65 especies de cetáceos con dientes, que incluyen, entre otros, a delfines, cachalotes, marsopas o zifios. En el archipiélago de las Azores, la más conocida e icono de las islas es el cachalote (Physeter macrocephalus), el cual es una especie residente todo el año junto con el delfín común (Delphinus delphis), el delfín mular (Tursiops truncatus) y el calderón gris o delfín de Risso (Grampus griseus).
Cachalote (Physeter macrocephalus)
Delfín común (Delphinus delphi) (Foto tomada por Rui Romano)
Delfín mular (Tursiops truncatus) (Foto tomada por Rui Romano)
Calderón gris (Grampus griseus) (Foto tomada por Rui Romano)
Sin embargo, aparecen muchas otras especies, especialmente en verano, como el delfín manchado del Atlántico (Stenella frontalis), el delfín listado (Stenella coeruleoalba), el calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus), la falsa orca (Pseudorca crassidens) o los zífios, en especial el zífio de Sowerby (Mesoplodon bidens), aunque estas últimas pueden aparecer durante todo el año, e incluso se piensa que no migran hacia otras latitudes si no que permanecen alrededor de las islas.
Delfín manchado del Atlántico (Stenella frontalis)
Delfín listado (Stenella coeruleoalba)
Calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus)
Falsa orca (Pseudorca crassidens)
Zífio de Sowerby (Mesoplodon bidens)
Y no nos olvidamos de otros gigantes, aunque no sean mamíferos, como los emocionantes encuentros con el tiburón azul o tintorera (Prionace glauca).
El jardín del Atlántico
La isla de São Miguel, situada en el grupo oriental de las Azores, a unos 1900 km de Lisboa, es la mayor isla del archipiélago, además de ser la más poblada (unos 130.000 habitantes).
Esta isla constituye el «origen» de este blog, puesto que es aquí donde nos conocimos y donde vivimos durante más de un año. Es difícil conseguir resumir todo lo que esta isla puede ofrecer en una sola entrada, pero vamos a intentar mostrar los más importante.
También llamada la «isla verde», la isla consta principalmente de tres complejos volcánicos. El primero que nos encontramos, en el extremo oeste de la isla, es el volcán de Sete Cidades, que cuenta con multitud de «lagoas» (lagunas). Destacan la Lagoa de Santiago, y especialmente la Lagoa Azul y la Lagoa Verde. Cuenta la leyenda que antiguamente, una princesa mantenía una relación de amor secreta con un pastor, pero que en cuanto el rey la descubrió, éste decidió contruir una muralla que separara a la princesa del pastor. A partir de entonces, cada noche la pareja se aproximaba a la muralla, uno a cada lado, para intentar ahogar sus penas, y de tanto llorar se originaron la Lagoa Azul (por las lágrimas de la princesa) y la Lagoa Verde (por las del pastor).
Más o menos en el centro de la isla, se encuentra la que para nosotros es la lagoa más bonita de la isla: la Lagoa do Fogo. Ésta es la lagoa situada a más altitud de la isla, y presenta siempre un precioso azul, desprendiendo algo mágico que no tienen el resto de lagoas.
En las faldas de este volcán se encuentra el Monumento Natural de Caldeira Velha, una zona de abundantes cascadas que caen formando pozas de agua caliente, debido a la actividad geológica de la zona. Bañarse en estas aguas calientes, rodeados de una espesa y frondosa vegetación, te hace viajar al Jurásico.
Ya más al este, encontramos la Lagoa das Furnas, muy peculiar por su olor a azufre debido a las numerosas emanaciones que surgen del interior de la tierra. Es allí donde se cocina el «cozido das Furnas», un típico cocido cocinado en agujeros excavados en el suelo durante horas, y donde se puede disfrutar también de baños medicinales en agua caliente.
A pesar de no ser un destino de playas, São Miguel también ofrece playas de arena, ideales para relajarte. Una de nuestras favoritas es la praia dos moinhos, en el norte de la isla.
Además, los numerosos miradores a lo largo de toda la isla, te permiten sentirte siempre en el medio del océano.
Y es que esta isla ofrece de todo: lagoas de preciosos colores, baños termales, playas, miradores, bosques… En fin, ¡un precioso jardín gigante!