Ni falsa, ni bastarda

La falsa orca u orca bastarda (Pseudorca crassidens) es una especie de cetáceo que aparece sólo en contadas ocasiones en las aguas de las Azores. De esta especie se sabe bien poco, y por ello le queremos dedicar esta entrada.

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Normalmente se encuentran en aguas templadas relativamente profundas de todos los océanos, aunque a veces se acercan a la costa a la caza de bancos de peces, cefalópodos o incluso de otros cetáceos. Esta temporada, las falsas orcas sólo han aparecido en 4 ocasiones, siempre en grupos muy numerosos de hasta 200 o 300 individuos, y durante las cuales han estado muy activas, saltando fuera del agua y aproximándose mucho a nuestros barcos.

Por su nombre se intuye que comparte algunas características con la bien conocida orca (Orcinus orca),  tales como la apariencia física o que ambas especies son depredadoras apicales que pueden alimentarse incluso de otros cetáceos. Realmente pertenecen a géneros diferentes, por lo que las orcas y las falsas orcas no están tan próximas como podría parecer. De esta forma, tanto los apelativos «falsa», «orca» y «bastarda» se alejan bastante de la realidad… ¡las pobres no han hecho nada para merecer tales nombres!

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Presentan un cuerpo uniformemente oscuro, delgado y alargado, con una cabeza cónica, lo que les permite alcanzar grandes velocidades.

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Como en casi todas las especies de cetáceos con dientes (Suborden Odontocetos), los machos (más de 6 metros), son mayores que las hembras (unos 5 metros). Es por tanto la tercera mayor especie dentro de la familia de los delfínidos (F. Delphinidae), la cual consta de unas 34 especies en todo el mundo, sólo superado por sus primas las orcas y por los calderones (Globicephala sp.).

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Debido a los pocos estudios que existen sobre las poblaciones de falsa orca alrededor del mundo, no se tienen datos suficientes para establecer su estatus de conservación. Nosotros nos conformamos con la experiencia de haberlas visto tan de cerca.

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Pura elegancia

Una de las actividades más destacadas que llevamos a cabo aquí en Pico es la del buceo con tiburones, especialmente con el tiburón azul o tintorera (Prionace glauca). El tiburón azul es pura elegancia, pura majestuosidad de movimientos y su observación debajo del agua merece los mejores calificativos.

??????????????Presenta un cuerpo de un color azul intenso, estilizado y fusiforme, con un hocico bastante comprimido y aletas largas. Además, siempre trae consigo multitud de peces, como el pez piloto (Naucrates ductor), el cual se alimenta de sus parásitos y de restos de su comida.

DIGITAL CAMERASiendo la especie de tiburón pelágico más abundante del Atlántico, su observación es posible en mar abierto, principalmente cerca de montes submarinos donde abunda la comida. Al suroeste de Pico, existen dos lugares donde se encuentran con relativa facilidad: el banco Condor y el banco Açores, a unas 20 millas náuticas de Madalena. Estas zonas son consideradas como zonas de maternidad y crecimiento para los juveniles.

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Con una esperanza de vida de unos 20 años, alcanzan la madurez sexual entre los 4 o 5, dando a luz, después de unos 9-12 meses de gestación, a más de 100 embriones, que en el momento de nacer medirán cerca de 30 centímetros. Estos partos tan numerosos, hacen de esta especie la más prolífica de entre todos los tiburones. Cabe destacar, que a diferencia de la mayoría de tiburones, esta especie es vivípara.

Consiguen crecer hasta los 4 metros y más de 200 quilogramos de peso (con una media de 2’5 metros y 80 quilogramos), apareciendo durante los buceos ejemplares de todos los tamaños.

??????????????A priori, el buceo con tintoreras podría parecer como una experiencia para los más valientes, aunque a decir verdad, no existe peligro ninguno, puesto que su alimentación consiste en pequeños peces como jureles, caballas y bonitos, además de cefalópodos. El ser humano de por sí no forma parte de su dieta, por lo que raramente podría ser mordido por un tiburón azul. Aun así, como depredador salvaje que es, podría reaccionar agresivamente de sentirse amenazado.

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El siguiente vídeo muestra nuestra propia experiencia buceando por primera vez con tiburón azul:

Al ser una especie pelágica de amplia distribución, se hace difícil establecer su estatus de conservación, aunque lo que sí que es una realidad es que se capturan accidentalmente en grandes cantidades mediante la pesca con palangre y de arrastre (¡se estima que unos 10-20 millones de ejemplares mueren anualmente como resultado de la pesca!).

La carne de tintorera no es muy apreciada gastronómicamente, aunque sí que lo es su aleta, la cual es usada en algunos países como China para hacer la famosa y codiciada sopa de aleta de tiburón, supuestamente con propiedades afrodisíacas. Especialmente cruel y inhumana es la manera en como se extraen las aletas: una vez a bordo del barco, las aletas son cortadas y almacenadas, mientras que el animal es tirado al mar, todavía vivo, pero sin capacidad para nadar o cazar, por lo que finalmente acaba muriendo. Lo más inconcebible es que la aleta no aporta ningún sabor a la sopa, si no que lo único que aporta es textura y consistencia… Esta actividad (denominada aleteo o «finning») parece estar expoliando las poblaciones de tiburón azul a lo largo del mundo, por lo que sería muy útil establecer una regulación adecuada al respecto.

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Aquí en Azores, existe una polémica muy grande sobre este tema. Teóricamente, el aleteo en la Unión Europea no está permitido: los barcos deben desembarcar las aletas y los cuerpos de los tiburones al mismo tiempo, aunque parece ser que en la práctica esto no se cumple y tampoco se están poniendo las medidas necesarias para regularlo. De esta forma, el tiburón azul (especie para la cual no hay cuotas ni protección) está siendo pescado indiscriminadamente.

En cuanto al papel de España en este mercado, probablemente sea el país que más impacto está provocando en las poblaciones mundiales de tiburón, puesto que la mayor parte de la flota usada para este fin es española.

Desde aquí nos gustaría poner nuestro granito de arena, dando a conocer esta polémica e intentando hacer comprender el alcance de esta actividad. Una protección mayor de esta especie generaría más beneficios económicos que vender unas aletas para hacer sopa, puesto que creando un «santuario para tiburones», se atraerían miles de buceadores de todo el mundo que incentivarían la economía local, y además se recuperaría el balance ecológico que con la sobrepesca  estamos destruyendo.

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