Cuando llegamos al estado de Baja California Sur, oímos hablar mucho de unas lagunas al norte del estado, muy especiales porque al parecer son de los únicos lugares del planeta donde las ballenas grises (Eschrichtius robustus) van a tener a sus crías. Después de haber ido ya varias veces, tanto en coche, como en furgoneta o incluso en avioneta, estamos seguros de que debería ser una parada obligatoria para todo amante de la naturaleza, y en especial, para todo aquel apasionado por las ballenas.
Y es que la bahía de Magdalena, junto con las lagunas de San Ignacio y la laguna Ojo de Liebre, situadas más al norte, son efectivamente el único lugar del mundo donde se puede ver a las mamás de ballena gris con sus recién nacidos, especie que hasta hace unos pocos años estaba catalogada como en peligro crítico de extinción debido a la caza exhaustiva. Hoy en día, sin embargo, la población de esta especie de ballena se encuentra estable, con unos 22.000 ejemplares. Eso sí, hablamos de la población del Pacífico oriental (desde Alaska hasta Baja California Sur), puesto que en el Pacífico occidental (desde Siberia hasta Korea del Sur) sólo quedan unas 130 ballenas mientras que en el Atlántico se considera teóricamente extinta desde hace unos 300 años, pese a que se avistó una ballena gris en el Mediterráneo en 2010 y otra en las costas de Namibia en 2013.
Viendo el estado de las poblaciones de esta ballena alrededor del mundo, no extraña que estas lagunas sean un sitio tan especial. Nosotros sólo hemos podido visitar bahía Magdalena, una pequeña bahía situada en la costa occidental del estado de Baja California Sur, separada del océano Pacífico por unas islas arenosas. Debido a esta particular orografía, estas aguas son especialmente tranquilas, sin depredadores, poco profundas y ligeramente más saladas que las del océano abierto, condiciones ideales para la supervivencia de los ballenatos.
Así, después de pasar el verano alimentándose en aguas frías en el Pacífico Norte (en aguas del mar de Bering y el mar de Beaufort) las ballenas grises inician una larga travesía de unas 10.000-12.000 millas hacia el sur, para llegar a las tranquilas aguas de estas lagunas al sur de México, donde pasaran el invierno dando a luz y criando a sus ballenatos.
Esta larga migración anual es posiblemente las más larga de entre todos los mamíferos, necesitando unas 6-8 semanas para llegar a destino y cubriendo una media de unas 75 millas por día.
El periodo de gestación de una ballena gris es de alrededor de unos 13 meses, dando a luz a un sólo ballenato ya bastante grande, de hasta unos 4 metros y 1 tonelada. Durante todo el invierno va estar dependiendo de la madre, mamando la máxima cantidad de leche posible para engordar rápidamente y así, de este modo, sobrevivir a su primera travesía hacia el norte y no morir en aguas más frías. De hecho, un alto porcentaje de esta leche es pura grasa, aproximadamente un 53%, mientras que humanos es sólo el 2%. Normalmente la cría se desteta al cabo de unos 7 meses, aunque permanecerá con su madre por lo general unos 2 o 3 años más, gozando así de protección frente a depredadores.
Estas lagunas son mundialmente famosas por el carácter amistoso de las ballenas y sus crías. De hecho, resulta relativamente fácil ver a una mamá y a su cría curioseando el barco de turistas, puede que para rascarse contra el barco y así librarse de molestos parásitos que tienen en la piel o que simplemente forme parte del apredizaje de la cría. De una manera u otra esta es una experiencia que no deja indiferente a nadie.
Fuimos a visitar este mágico lugar con altas expectativas y esta vez tenemos que decir que la experiencia no fue para nada decepcionante. Es más, sin duda fue una de las mejores que nunca hemos tenido. Han sido varias las veces que hemos ido, aunque la más especial fue la primera, cuando fuimos con nuestros amigos Raquel y Lluís. Pudimos ver muchísimas ballenas, y nos sorprendió sobremanera el ver como se acercaban a los barcos llenas de curiosidad. Las crías parecían literalmente cachorritos juguetones, nadando cerca y por debajo de los barcos e incluso rascándose contra los barcos, mientras sus mamás permanecían cerca controlándolas. A veces se podía ver a la madre nadando lentamente por debajo de su cría para ayudarla a que saliera a la superficie a respirar; o incluso a la madre empujando a la cría para acercarse a los barcos… un espectáculo mágico!
A pesar de ser mundialmente conocidas, las lagunas gozan de un tipo de turismo sostenible. Los pescadores locales son los encargados de gestionar el avistamiento de ballenas, así el dinero recaudado revierte directamente en la comunidad. Este lugar está protegido por el gobierno mexicano, siendo este país la clave en el éxito de la recuperación de esta emblemática especie y así deseamos que continue. Todo un ejemplo de que si se quiere, se puede.