Hace una semana que nuestro viaje ha comenzado, y nuestro primer destino ha sido el valle del río sagrado de los incas, el río Urubamba, al norte de Cusco.
Para visitar el Valle Sagrado tienes que armarte de paciencia… todas las agencias de viajes ofrecen el mismo paquete en lata y si quieres salirte un poco de la ruta a menudo sale más caro… sin mencionar los distintos «boletos turísticos» (entradas para ruinas/museos) que son una locura, son caros y acaban por liarte todavía más. Respiramos hondo y optamos por hacer un mix: hacer una excursión (al ir 5 nos sale barato barato) para la zona de Maras-Moray, debido al difícil acceso que tienen por cuenta propia. Nuestro guía nos dejó en un desvío en Maras y de ahí empezamos nuestra propia ruta Ollantaytambo- Machupicchu (proxima entrada)-Pisac.
En la excursión visitamos el pueblo de Chinchero, donde nos enseñaron las técnicas de tintes para las lanas; Moray, que es una especie de laboratorio donde los incas cultivaban variedades de cosechas; y las Salineras, más de 5900 pozas de donde los incas y las comunidades actuales extraen y exportan sal.
Al finalizar la excursión llegamos a la impresionante fortaleza de Ollantaytambo (uno de los pocos lugares donde los españoles perdieron una batalla contra los incas). El pueblo, aunque muy turístico, todavía conserva el ambiente inca. Las calles empedradas, las cholitas (típica señora con vestimenta andina) paseando con sus alpacas u ovejas, la música andina… ¡nos hemos transportado durante unos días a la época de los incas!
La última parada en el Valle Sagrado (después de Machupicchu) ha sido el pueblo de Pisac, famoso por su mercado de artesanía (¡difícil resistirse!), por sus hornos de arcilla donde hornean deliciosas empanadas y lo más curioso… ¡por mini castillos contruidos de arcilla donde habitan los conejillos de indias! Por desgracia, nos quedamos sin batería para hacer la foto de rigor…
.