Os presentamos a la última cultura precolombina de las varias que hemos conocido en este tiempo: los moches. Esta sociedad se asentó alrededor del valle del río Moche, en las zonas de Trujillo y Chiclayo, y se extendió por toda la costa norte del Perú, entre el 100 y el 800 d.C.
Destacaron por ser los prioneros en lograr un eficiente manejo del agua, tanto del río como del mar, para uso agrícola. También han sido considerados como los mejores ceramistas del Perú, a tenor de los miles de restos de bella factura que se han encontrado representando a dioses, humanos, muertos, animales o temas ceremoniales.
Nosotros hemos ido aprendiendo de esta cultura en dos lugares diferentes. Por un lado, cuando estuvimos en Huanchaco, visitamos las famosas huacas del Sol y de la Luna, templos de forma piramidal truncada. La entrada incluye visita al museo y visita guiada a la huaca de la Luna, por lo que nos pudimos empapar bastante.
La huaca de la Luna consistía en un centro ceremonial importante para la cultura mochica. Sus más de 1500 años de antigüedad han hecho estragos, y en la actualidad parece un montón de ladrillos cubierto por arena. Pero una vez dentro, y con las explicaciones de la guía, la verdad es que resultó muy interesante.
El templo está constituido por cinco templos diferentes, construidos uno encima del otro y correspondiendo cada uno a periodos diferentes. Cada vez que lo creían necesario (un año de mala cosecha, un cambio de líder, el fin de una etapa…) sepultaban bajo ladrillos de adobe el templo anterior y construían otra más nuevo inmediatamente encima. Las excavaciones que han tenido lugar hasta ahora muestran por partes estos cinco templos.
En todos ellos es común la representación de los frisos de las paredes con la imagen de su deidad principal, Ai-apaec, también llamado el «dios decapitador». Siempre es representado con dentadura felina, serpientes u otros animales en la cabeza y un cuchillo decapitador en una mano y una cabeza humana en la otra. A pesar de lo escabroso, resulta particularmente bonito. A este dios se le ofrecían sacrificios humanos, escogidos en base a lo que se llamaba combate ritual. En él se enfrentaban dos valerosos guerreros, y el perdedor era sacrificado orgullosamente para pedirle suerte a Ai-apaec.
Aparentemente, la huaca, además de servir como centro cerimonial, era el lugar de residencia de la élite religiosa, los cuales ejercían de líderes del pueblo. El resto de la población vivía en el pueblo, a los pies de la huaca, del cual apenas quedan restos. Al otro lado del éste, se encuentra la huaca del Sol, la cual es considerada la estructura individual precolombina más grande del Perú. Todavía se desconoce mucho sobre su función concreta, ya que todavía no se ha podido excavar por falta de fondos.
Los sacerdotes tenían el poder absoluto en estas zonas. Eran ellos los que ofrecían los sacrificios a sus deidades y para el pueblo, eran los responsables de mantener contentos a los dioses con sus sacrificios.
Por encima de ellos, se encontraban los reyes absolutos. El más conocido es el Señor de Sipán, el museo y los restos del cual nosotros pudimos visitar cuando visitamos la zona de Chiclayo. El llamado Museo Tumbas Reales de Sipán es el orgullo del norte del país. Justo ahora se cumplen 25 años de su descubrimiento, el cual es considerado uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de Sudamérica desde el Machu Picchu. En el museo se encuentran los numerosos descubrimientos de la tumba del Señor de Sipán, el cual fue enterrado con múltiples piezas de oro, todo su atuendo, su séquito real, niños, mujeres, animales, guardianes… Por seguridad, en este museo no se pueden tomar fotos, por lo que os mostramos una foto sacada de nuestro gran amigo google.
El fin de esta cultura vino marcado por una fuerte sequía y unas fuertes inundaciones causadas por el fenómeno de El Niño, tan comunes en esta zona. Los sacerdotes vieron poco a poco como su poder y su credibilidad decrecían, puesto que por muchos sacrificios que se realizaban la situación no mejoraba. Así que la sociedad se dividió, orginando algunos de ellos (junto con la cultura huari) a la cultura chimú, que ya os contamos en anteriores entradas.
Y hasta aquí las entradas dedicadas a las culturas precolombinas. ¡Os prometemos que a partir de ahora ya no os toruraremos más con entradas de este tipo!
Por cierto, típico de esta zona, a parte de estas culturas, cabe destacar a los «biringos», los singulares perros peruanos sin pelo, típicos de la zona. Son un poco grimosos… ¿no?
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