Nuestro voluntariado en Rainsong lo alternamos con patrullajes por la playa en busca de tortugas marinas en época de desove. Mary, a parte del centro de recuperación, estaba empezando un proyecto de protección de tortugas marinas en la playa del pequeño pueblo de Manzanillo, un pueblo con un pequeño ultramarinos, un bar, un campo de futbol, una escuela y cuatro o cinco casas. Está situado unos pocos quilómetros al norte de Cabuya, donde se encuentra Rainsong, pero este pequeño pueblo es de dificil acceso.
Allí nos alojámos en las «cabinas» del Bar-Restaurante Las Palmeras, y estuvimos trabajando con Walter, un tico (así es como se llaman los costarricenses) apasionado por las tortugas, sin casa ni propiedades, que dormía en la playa y lo único que hacía era patrullar en busca de tortugas. Además, coincidimos con otros voluntarios, como nuestro amigo Evan (Canadá) y con Jeff (sudafricano afincado en Suiza).
En el mundo, existen seis especies diferentes de tortugas marinas (o siete, si consideramos especies distintas a la tortuga verda y a la negra). Así, tenemos a la conocida tortuga boba (Caretta caretta), la tortuga laúd o baula (Dermochelys coriacea), la tortuga verde (Chelonia mydas y/o C. agassizii en el Pacífico), la tortuga carey (Erethmochelis imbricata), la tortuga lora (Lepidochelys olivacea), la tortuga bastarda (Lepidochelys kempii) y la tortuga plana (Natator depressus). La contaminación marina, las redes de los pescadores y la pesca accidental de tortugas, sumado a la introducción de potenciales depredadores, hace que todas ellas estén seriamente amenazadas. Pero además, existe un mercado negro ilegal alrededor de la venta de los huevos de tortuga, muy apreciados por sus teóricas propiedades afrodisíacas. Así, entre la población tica, es muy común el hecho de comer huevos de tortuga y su comercialización ilegal.
Nuestra función era la de patrullar las playas de Manzanillo hasta la desembocadura del río Coyote, a unos 5km, en busca de alguna especie de tortuga marina desovando. O patrullábamos después de cenar, o nos levantábamos a las 3 o las 4 de la mañana para empezar el patrullaje, horas en las que teóricamente las tortugas adultas vuelven para desovar en la misma playa donde nacieron 15 o 20 años antes. Es un misterio como estos animales consiguen volver exactamente a la misma playa después tantos años.
En el caso de encontrar alguna tortuga desovando, teníamos que intentar disimular el nido y vigilarlo para que los furtivos no robaran los huevos. El problema es que Mary no disponía de lo realmente necesario para la conservación de tortugas marinas: un vivero donde cuidar los huevos y donde las tortugas pudieran nacer sin amenazas. Además, a pesar de lo que Mary creyera, la playa de Manzanillo no era precisamente las más indicada para encontrar tortugas marinas desovando, y en los días que estuvimos allí encontramos sólo a una tortuga lora desovando (¡por desgracia Laura ese día no se encontraba bien y se la perdió!). En el siguiente video se puede ver a la tortuga cavando el hoyo para el desove (la calidad no es la mejor, además de ser de noche, pero creemos que es muy bonito).
Una vez llegados al río, justo antes que saliera el sol, hacíamos una hoguera y nos tumbábamos a descansar un rato antes de volver a Manzanillo. Como especies de animales destacadas que pudimos ver durante estos días, destacamos una boa constrictor (Boa constrictor) y una serpiente de mar amarilla (Pelamis platura), además de enormes escorpiones. Más de una vez, al despertarnos habíamos podido ver a algun cocodrilo americano (Crocodylus acutus) huyendo hacia el agua. El resto del día lo pasábamos descansando, leyendo, relajándonos en la playa y comiendo y bebiendo agua de coco recién cogido de las palmeras. Nada mal, ¿no?
Como curiosidad, justo después de una tormenta, aparecieron, como por arte de magia, centenares y centenares de los llamados cangrejos haloween (Geocarcinus quadratus). Los encontrabas por todas partes, en la habitación, en las paredes, en el baño, en la calle, en la cocina… curiosamente, al día siguiente, no quedaba ni rastro de ellos…
Por otra parte, además de todo este trabajo con las tortugas, estuvimos haciendo educación ambiental en la escuela de Manzanillo. Durante varios días, tuvimos la suerte de conocer a unos niños encantadores para hablar con ellos sobre temas de conservación marina, y sobretodo, intentamos concienciarlos del problema del furtivismo con los huevos de tortuga, pero nunca imponiendo, simplemente informando. Nos hicieron sentir realmente bien, nos fuimos de allí con una gran sonrisa en los labios y con un recuerdo que nunca olvidaremos.