Uno de los parques naturales que desde el principio teníamos claro visitar era el Parque Nacional Tortuguero, en la costa noreste del país. Este parque está situado en una zona muy remota, rodeado de selvas y de ríos. A él no se puede llegar por carretera, si no que sólo es accesible en avión o en bote, pero a pesar de ello, es el tercer parque más visitado de Costa Rica.
Pese a lo pequeño del pueblo, situado entre la playa y los canales, la oferta de alojamiento es muy amplia. Desde modestas cabinas (habitaciones) a lujosos complejos, con las diferencias de precio evidentes. Nosotros nos alojamos en unas cabinas familiares y baratas (5$ por persona), después de preguntar y comparar por todas partes.
Contratamos un minitour para el día siguiente (tras regatear, lo conseguimos por unos 8$) para ir en canoa por los canales del parque natural para poder ver el máximo número de animales. Así, pudimos ver numerosos caimanes de anteojos (Caiman crocodylus), enormes grupos de monos capuchinos de cara blanca (Cebus capucinus), garzas tigre (Tigrisoma sp.), oropéndolas con sus curiosos nidos colgantes, tucanes, trogones…
Al volver, a pesar de no ser la mejor hora (era cerca de medio día y la mejor hora para ver animales es a primera hora de la mañana), quisimos andar por los senderos del parque. Estuvimos andando un buen rato, sin poder ver absolutamente nada, excepto algunos basiliscos (Basilisicus basiliscus) y una enorme colonia de hormigas guerreras. Una característica importante de estas hormigas, es que a diferencia de la mayor parte de especies de hormiga, estos «ejércitos» no forman hormigueros permanentes, si no que son las propias hormigas las que constituyen un hormiguero nómada con sus cuerpos.
Ya volviendo hacia el pueblo, cuando pensábamos que no veríamos nada más, vivimos uno de los mejores momentos de nuestro viaje: de repente oímos un ruido de hojas encima de nuestras cabezas, cuando vimos un mono araña (Ateles geoffroyi) saltando de rama en rama y bajando hacia donde estábamos nosotros. Cuando estaba a sólo un par de metros de nosotros nos dimos cuenta de la sorpresa: ¡llevaba a su cría! A pesar de la proximidad la madre parecía no inmutarse por nuestra presencia, y pudimos tomarle muchísimas fotos, mientras la cría nos miraba fijamente sin perder detalle de lo que hacíamos.
El pueblo de Tortuguero, además, es conocido también por sus famosas «arribadas» de tortugas marinas a sus playas para desovar. Son varias la especies de tortugas que llegan a sus playas para poner sus huevos. Como todavía no era época de desove, nos tuvimos que conformar con un paseo por la playa y una visita al centro de interpretación de tortugas marinas, ¡donde incluso llegamos a pedir trabajo!.